La Biblia afirma por igual la soberanía de Dios y el albedrío humano. La primera significa que Dios hace finalmente lo que quiere, sin que ni tan solo un átomo del universo pueda actuar al margen de su voluntad. Y el segundo que, con todo y ello, el ser humano posee una voluntad autodeterminada y puede elegir y decidir por sí mismo, haciéndose responsable de sus decisiones. La conciliación entre la soberanía de Dios y el albedrío humano está más allá de nuestra comprensión, pero lo que sí es claro es que si Dios es soberano, nuestro albedrío debe estar por lógica subordinado a su soberanía. Por eso en teología se ha acuñado la palabra “concurrencia” para señalar el hecho de que nada de lo que nosotros hagamos en ejercicio de nuestro albedrío puede alterar definitivamente la voluntad de Dios o echar a perder sus planes, pues todos nuestros actos voluntarios, buenos o malos, “concurren” de un modo u otro con su buena voluntad, agradable y perfecta de tal modo que, sin perjuicio de nuestras responsabilidades en el asunto, a la postre todo contribuye a ella. Cristo es descrito en la Biblia como el alfa y la omega, el principio y el fin, con lo cual se da a entender que Él tiene la primera y la última palabra en el universo y nuestros proyectos tienen siempre tan sólo un carácter preliminar en relación con los Suyos, que son los definitivos. Dios, pues, se sale siempre con la suya, pues: “El corazón humano genera muchos proyectos, pero al final prevalecen los designios delSeñor” (Proverbios 19:21), por lo cual es siempre preferible que prevalezcan con nuestra colaboración y no a pesar nuestro.
Cristo, principio y fin
3 julio, 2021
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“Cristo es el principio y el fin por lo que, hagamos lo que hagamos, al final Él se sale con la suya con nuestra ayuda o sin ella”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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