El industrial y filántropo norteamericano Andrew Carnegie decía que: “Podría perder todos mis recursos físicos, pero, denme mis hombres y yo puedo reedificarlo todo otra vez”, exaltando de este modo el valor del recurso humano. Así, pues, en contra de la tendencia que parece marcar esta era tecnificada, la persona humana sigue siendo el recurso más importante, por encima incluso de los recursos materiales y tecnológicos. En especial en el cristianismo. Es por eso que en el curso de la historia Dios no ha desistido de su empeño por hallar personas con las que pueda contar, buscando, entonces, a quienes estén dispuestos a ayudar tendiéndole la mano al prójimo en desgracia o compadeciéndose y brindándole consuelo cuando se requiera, o interviniendo con decisión para hacer justicia, o intercediendo ante Él a favor de este mundo pecador. En Sodoma y Gomorra afirmó que si hubiera hallado tan sólo a diez justos no hubiera destruido estas ciudades. Y en Jerusalén buscó a un sólo individuo que justificara salvar a toda la ciudad. Pero una vez halla a aquellos con los que puede contar, Él puede lograr en este mundo mucho más de lo que imaginamos con la decidida colaboración de éstos, “sus hombres”, es decir los que confían a Él sus vidas sin reservas y sin dudar de Su poder ni de las ilimitadas posibilidades que tenemos en Él, como nos lo hace saber bien a través del profeta: “¿Por qué no había nadie cuando vine? ¿Por qué nadie respondió cuando llamé? ¿Tan corta es mi mano que no puede rescatar? ¿Me falta acaso fuerza para liberarlos?…” (Isaías 50:2)
El recurso humano
9 septiembre, 2021
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“Dios sigue buscando a quienes confíen de lleno en Él, sin dudar de Su poder ni de las ilimitadas posibilidades que tenemos en Él”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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