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El prestigio del Nombre de Dios

“Todo lo que Dios hace, lo hace antes que nada para que el muy bien ganado prestigio de Su Nombre no se vea puesto en entredicho”

La Biblia nos revela que al final de cuentas, todo lo que Dios hace lo hace por amor de Su Nombre y para la alabanza de Su gloria. Esto sonaría egocéntrico en cualquier ser diferente a Dios, pero no en Dios mismo. Primero que todo, porque en el Ser mismo de Dios y al margen de nosotros, sus criaturas, y del universo entero por Él creado, no hay nunca egocentrismo, pues Dios es amor y como tal, el amor es la motivación y la señal distintiva de todo lo que Él hace, de modo que en el mismo seno de la Trinidad divina la dinámica que lo caracteriza es el amor interpersonal que fluye en todas las direcciones entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. No hay, pues, egocentrismo en un Padre que ama al Hijo y al Espíritu Santo; un Hijo que ama al Padre y al Espíritu Santo; y un Espíritu Santo que ama al Padre y al Hijo, así en todo estopo damos, pues, decir también, sin temor a equivocarnos, que Dios se ama a Sí mismo. Y en segundo lugar, no hay egocentrismo en Dios porque, sin tener ninguna necesidad de hacerlo, Él decidió crearnos junto con todo el universo, para hacer partícipes a sus criaturas, con el ser humano a la cabeza, no sólo de su libertad de elección, sino de su consecuente e inconmensurable amor, aun al elevado costo de la vida de Su propio Hijo. Por eso, si de justicia se trata dando a cada quien lo que se merece, a la postre todo debe retornar a Él y obrar para el prestigio de Su nombre: “»Por eso, así dice el Señor omnipotente: Ahora voy a cambiar la suerte de Jacob. Tendré compasión de todo el pueblo de Israel, y celaré el prestigio de mi santo nombre” (Ezequiel 39:25)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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