Muchos materialistas desactualizados siguen afirmando que no somos más que la suma de nuestros componentes materiales y que éstos, a su vez, por muy sofisticados y complejos que sean en sus estructuras, conexiones e interrelaciones, no son al final más que la materia en su estado básico, constituida por electrones, protones y neutrones. Pero esta manera de ver las cosas, que simplifica lo complejo y lo reduce y explica recurriendo meramente a sus componentes más elementales, padece de una ingenuidad subida y de una muy elevada candidez, en el mejor de los casos, cuando no de una mala intención acompañada de una ignorancia pasmosa. Porque hoy las ciencias no sólo están reconociendo cada vez más la específica e irreductible complejidad material de los seres vivos en general y del ser humano en particular, renunciando al arbitrario ejercicio de pretender explicar lo más complejo por referencia a sus componentes más simples; sino que aún en los más elevados niveles de explicación científica de la vida, como lo son las ciencias humanas, se está llegando a la conclusión de que el principio vital que anima a los seres vivos no se encuentra ni se reduce a sus componentes materiales, por complejos que sean, como nos lo revela Dios de muchas maneras, entre las cuales encontramos la visión del valle de los huesos secos que concluye: “… ¡pero no tenían vida! Entonces el Señor me dijo: «Profetiza, hijo de hombre; conjura al aliento de vida y dile: “Esto ordena el Señor omnipotente: ‘Ven de los cuatro vientos, y dales vida a estos huesos muertos para que revivan.’” »…” (Ezequiel 37:7-10)
La vida y los huesos secos
2 noviembre, 2021
2 Lectura mínima
““La vida no se reduce a sus componentes materiales, sino que depende ante todo de Quien sopla su aliento de vida sobre ellos”.
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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