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El presente es eterno

“El presente es eterno no porque pueda derrocharse impunemente, sino porque todo lo que hagamos hoy tiene consecuencias eternas”

El tiempo es una realidad paradójica, pues la experimentamos en todo momento, sumergidos como nos hallamos en ella debido a la condición finita y temporal de nuestras vidas en el marco de la existencia, pero aun así nos cuesta mucho trabajo definirla. Agustín decía que, si nadie se lo preguntaba, sabía bien lo que es el tiempo, pero que si alguien le pedía definirlo, ya no lo sabía. Así, pues, nuestro inmodificable pasado y nuestro potencial e incierto futuro nos impiden a veces valorar como es debido nuestro presente con todas sus posibilidades, incluyendo las consecuencias eternas que pueden llegar a tener las acciones que elijamos y decidamos llevar a cabo hoy y en cada uno de nuestros “ahoras”. William Paul Young, lo ponía de este modo en su best seller La Cabaña al colocar en boca de Dios las siguientes palabras: “si algo importa, todo importa. Dado que tú eres importante, todo lo que haces es importante. Cada vez que perdonas, el universo cambia; cada vez que te esfuerzas y tocas un corazón o una vida, el mundo cambia; con cada bondad y favor, visto o no, mis propósitos se cumplen, y nada volverá a ser lo mismo”. Así, pues, la suma de todos y cada uno de nuestros actos llevados a cabo ahora, tendrán, entonces y a la postre, efectos eternos que no alcanzamos a vislumbrar, tanto en la vida de los demás, como en la formación y consolidación definitiva de nuestro propio carácter para bien o para mal. Estamos viviendo un crucial tiempo de prueba que determina nuestra eternidad y justifica la exhortación paulina: “aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos” (Efesios 5:16)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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