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El orgullo, obstáculo de la gracia

“En los casos en que el orgullo no sea la causa de nuestros problemas suele ser entonces la razón de que nos mantengamos en ellos”

La gracia y el amor de Dios pueden cubrir, como lo dice la Escritura, multitud de pecados. Y como bien lo ratifica MacArthur, la gracia es: “El único rayo de esperanza en las tinieblas espirituales del hombre”. Philip Yancey también se refirió a ella calificándola como “la última de las grandes palabras”. La gracia es, ciertamente, más grande que el poder del pecado, como lo manifestó el apóstol en Romanos 5:20 al proclamar que donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Sin embargo, todas las bendiciones y sus correspondientes dinámicas espirituales y materiales a las que la gracia puede dar lugar en la vida del ser humano requieren de él humildad, por lo que el orgullo se levanta como el gran enemigo de la gracia y su principal y en muchos casos, insalvable obstáculo. Esto explica la declaración que hace Santiago al referirse a Dios de este modo: “Pero él nos da mayor ayuda con su gracia…” citando enseguida, a manera de advertencia, lo dicho en Proverbios 3:34 en cuanto a la humildad como prerrequisito para poder alcanzar y beneficiarse de la gracia divina: “… Por eso dice la Escritura: «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes.»” (Santiago 4:6), evocando así la más extensa declaración del profeta: “Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: «Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados»” (Isaías 57:15). Así, pues, al igual que la gracia de Dios es la fuente de nuestra bendición, el orgullo es la fuente de nuestros problemas

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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