En desarrollo de lo declarado por Dios en el Génesis en el sentido de que “no es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18), hay que señalar que en su condición esencial de ser social, la sociedad más básica, estrecha, elevada y satisfactoria que el ser humano puede alcanzar en este mundo es la sociedad conyugal constituida en el vínculo matrimonial monógamo y heterosexual. No en vano Dios dijo al instituir este tipo de sociedad que en ella hay tal unidad entre las partes que, para muchos efectos prácticos, virtualmente: “… los dos se funden en un solo ser” (Génesis 2:24). Y si esto no fuera suficiente para valorar las virtudes y excelencias de la sociedad conyugal, podemos añadir que Dios no encontró una sociedad humana más apropiada que el matrimonio para ilustrar las calidades y la naturaleza de la relación y comunión íntima de Cristo, el esposo, con la iglesia, su esposa, estableciendo en las epístolas paulinas paralelos entre estas dos clases de relaciones que nos sirven para entender mejor nuestras responsabilidades y lo que Dios espera de nosotros en el matrimonio. De hecho, el buen matrimonio, conducido como Dios manda, es una fuente de deleites que no alcanzaremos de ningún otro modo en este mundo y posee tal potencial para enriquecer la vida humana y conducirnos a una fe madura y una existencia más plena y profunda, que en él los esfuerzos de las partes en pro del bienestar común no se suman meramente, sino que se multiplican, puesto que: “Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo” (Eclesiastés 4:9)
El matrimonio no suma, multiplica
26 julio, 2021
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“Dios bendice los ingresos de un buen matrimonio para que no sean la mera suma del ingreso de los cónyuges, sino su multiplicación”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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