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Las matemáticas del matrimonio

“En el buen matrimonio la unión de dos es felizmente mayor que la simple suma de sus partes, pues uno más uno es igual a tres”

Ya hemos visto que las matemáticas tradicionales no operan en el buen matrimonio bendecido por Dios en el que no sólo los ingresos de los cónyuges rinden más eficientemente que si tan sólo se sumaran; sino que en él también uno más uno no es igual a dos, sino, literalmente, a tres. Para entenderlo debemos tener en cuenta que Dios en el principio no sólo instituyó y bendijo el matrimonio monógamo y heterosexual, sino que además de ello el Señor Jesucristo le añadió en el evangelio de manera sentenciosa lo siguiente: “… Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mateo 19:6). Vemos aquí, entonces, la participación directa y activa de Dios en la conformación de un buen matrimonio, incluyendo un número significativo de los que no se realizan en ceremonia religiosa, sino únicamente ante las leyes humanas en lo que se conoce como “matrimonio civil”, el cual tiene no obstante plena validez a los ojos de Dios y de los hombres, pues lo que hace que Dios una un matrimonio no es por fuerza la ceremonia religiosa, sino el compromiso serio de los contrayentes en la relación y el deseo sincero de honrar sus votos hasta que la muerte los separe, algo que puede muy bien estar presente en el matrimonio civil, así como, de manera paradójica, puede estar ausente en un buen número de matrimonios religiosos. Cristo es, pues, el tercero en concordia en la constitución de un buen matrimonio, como nos lo explica el rey Salomón al afirmar: “Uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. ¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!” (Eclesiastés 4:12)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Estoy casado con Deisy y tengo dos hijos: Mateo y María José. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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