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El evangelio y la paz

“Para poder disfrutar de la paz de Dios primero hay que ponerse en paz con Dios por medio de la fe en Cristo que nos justifica”

La paz que Dios promete en el evangelio tiene tres niveles o aspectos diferentes, pero íntimamente relacionados que no tienen que ver propiamente con la paz política que el mundo ofrece y que es la única que puede otorgar, en el mejor de los casos. Por eso, sin reñir con la paz política, sino incluyéndola también como añadidura en muchos casos; la paz que Dios nos ofrece en Cristo involucra, en primer lugar, la paz con Dios a la que el apóstol hizo referencia con estas palabras: “En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1). Pero esta paz inicial y necesaria, viene seguida de cerca por otra clase de paz a la que podríamos designar como la paz de Dios, descrita también así por Pablo, sin requerir comentarios adicionales: “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7). Y por último, encontramos la paz con nosotros mismos, pues sin Cristo todos nos encontramos escindidos y desgarrados internamente por nuestros conflictos interiores, que nos llevan en direcciones autodestructivas y contrarias al bienestar que Dios desea para nosotros, haciendo en la cruz todos los arreglos necesarios del caso, con el fin de que podamos disfrutarlo, capacitándonos para obedecer la instrucción puntual que Dios nos dirige: “Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo” (Colosenses 3:15)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.