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El evangelio y el calentamiento global

“Muchos desastres naturales atribuidos al calentamiento global no son nuestra culpa directa sino consecuencias de la caída”

La polémica actual alrededor del calentamiento global oscila entre el excesivo alarmismo alrededor de él que hace de la civilización moderna la entera culpable de ello; y el negacionismo de muchos que le restan importancia. Tal vez, como suele suceder, la verdad esté en el término medio y habría que estar de acuerdo con Álvaro Vargas Llosa cuando dijo: “Reflexionar y discutir acerca del calentamiento global es algo bueno… Pero generar una psicosis a partir de investigaciones que están aún en pañales… es quizás el peor caso de ‘balas amigas’ jamás producido por la mala conciencia occidental”, algo que los “profetas del desastre” seculares no tienen en cuenta, poniendo sobre nuestros hombros, además de nuestras culpas cotidianas, una culpa ecológica adicional demasiado pesada para poder sobrellevarla, pues cualquier medida que podamos implementar hoy para tratar de evitar los escenarios del fin del mundo que acompañan estas visiones alarmistas no dejarían de ser más que frustrantes “paños de agua tibia” ante la dimensión del desastre inminente. Y si bien es cierto que los seres humanos tenemos una responsabilidad ecológica innegable, también lo es que buena parte de los males asociados al calentamiento global escapan a nuestra responsabilidad individual y son y seguirán siendo un producto de la Caída, pues: “La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso… Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto” (Romanos 8:19-20, 22)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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