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El escapismo de la nostalgia

“Un cristiano no debe evocar su pasado para anhelarlo con nostalgia sino para recordar sus lecciones y renovar su compromiso”

La nostalgia puede llegar a convertirse en un escapismo para no afrontar las realidades del día de hoy al dar lugar a constantes e intensas añoranzas por tiempos pasados que, por el hecho de haber sido buenos y mejores para nosotros que los tiempos actuales, llegamos a idealizar en nuestra memoria puliendo sus aspectos ásperos y adornándolos con una atmósfera de ensueño, paralizándonos así para la acción en el presente debido a que estamos demasiado ocupados evocando un pasado ya perdido. De hecho la nostalgia es perjudicial para la vivencia cristiana porque el cristianismo está indisolublemente ligado a la esperanza en un futuro mejor. No en vano el Señor nos previene contra ella con estas solemnes palabras: “Jesús le respondió: -Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62). La nostalgia se transforma en un equivocado mecanismo de defensa que nos impide asimilar los inevitables cambios que la vida conlleva. La conversión y consecuente vida cristiana implican cambios que no pueden ser idealizados con infantil ingenuidad, pues al surgir las primeras dificultades inherentes a la fe, el creyente puede sentirse tentado a mirar atrás con nostalgia. Para el pueblo de Israel la liberación de la esclavitud egipcia fue acompañada por el difícil paso por el desierto, situación que hizo que el pueblo mirara con nostalgia a Egipto, olvidando la dureza de su anterior servidumbre. Pero la Biblia es concluyente al respecto: “Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas” (Eclesiastés 7:10)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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