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Segmentos

El don de la vida

“La misericordia diaria de Dios con nosotros conlleva siempre el riesgo de que creamos que realmente merecemos lo que recibimos”

La vida es sagrada en la medida en que es un don, no un derecho que merecemos, algo que deberíamos recordar todos los días en el marco de nuestras secularizadas “sociedades de derecho” en las que los “derechos humanos” se han convertido en el más elevado dogma de fe de la religión humanista. Así, pues, puede que el llamado “derecho a la vida” sea en este contexto el más fundamental de los derechos humanos. Pero la vida únicamente es un derecho exigible en relación con nuestros semejantes y sólo en el caso de que alguno o algunos de ellos quieran arrebatárnosla de manera arbitraria e injusta. Pero en relación con Dios, el Autor de la vida, ésta es un don que Él ha decidido otorgarle libre, soberana y misericordiosamente a todos los hombres durante algún tiempo, sin que nadie pueda protestar contra Él ni exigírsela como un derecho en el momento en que Él decida tomarla de nuevo. Job lo tenía muy claro cuando, en medio de su difícil prueba en la que su vida misma se vio seriamente amenazada por una enfermedad terminal, declaró: “… El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!»… Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos recibir también lo malo?” (Job 1:21; 2:10). Algo que el profeta complementó muy bien, agradecido con Dios por renovar todos los días de manera inmerecida el don de la vida sobre todos y cada uno de nosotros: “Por el gran amor del Señor no somos consumidos, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!” (Lamentaciones 3:22-23)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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