La soberanía de Dios por la cual Él hace siempre en último término lo que quiere, de tal modo que todo lo que nosotros hagamos concurre al final de un modo u otro con su voluntad, no significa que el albedrío y la responsabilidad del ser humano son un espejismo o una farsa, como si en realidad fuéramos autómatas que siguen un libreto creyendo engañosa e ingenuamente que estamos ejerciendo nuestra capacidad de elegir sin que sea así. Si las cosas fueran de este modo, Dios no podría responsabilizarnos por nuestros actos y Él sería entonces también, de manera indirecta, el autor del mal. Pero en la Biblia la soberanía de Dios no anula el albedrío humano y la necesidad de responsabilizarnos de nuestros actos, pues lo que Dios en su soberanía hace es brindarnos un rango de maniobra para tomar nuestras decisiones buenas o malas y afectar de ese modo el curso de los acontecimientos, pero no tanto como para frustrar o estorbar definitivamente la realización de sus planes y propósitos en el mundo. Dicho de otro modo, Dios gobierna por lo pronto la historia humana con tal sutileza, elegancia y sabiduría que, sin tener que imponerse en ella por la fuerza y de manera avasalladora sobre las voluntades de los hombres, se asegura sin embargo de que aún nuestras malas acciones se terminen encaminando a sus propósitos, de la misma manera en que el curso de un río le indica a las aguas que por él discurren la dirección que deben seguir, pues: “En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado” (Proverbios 21:1)
El curso trazado por Dios
4 julio, 2021
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“Dios nos brinda un buen rango de maniobra, pero se asegura también de que sus propósitos finales no se frustren en nuestra vida”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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