Si bien es cierto que la planificación, el orden, las rutinas y la disciplina son aspectos necesarios de la vida del creyente maduro que quiere agradar a Dios y ser productivo en todos los campos de su llamado y desempeño vital en este mundo; también lo es que la rigidez en todos estos frentes no constituye una virtud, sino en muchos casos un defecto que merma nuestro potencial y nos impide escuchar y seguir la voz y la guía de Dios, que no están limitadas ni restringidas únicamente a nuestras provechosas actividades rutinarias del día a día planificadas con anterioridad de manera rigurosa, como si Dios no pudiera modificarlas de ningún modo. Por eso, el creyente debe ser lo suficientemente flexible para incorporar a sus planes los cambios de último momento a los que sea conducido por Dios a través de las circunstancias cambiantes de la vida, entre las cuales se encuentran un buen número de situaciones espontáneas no previstas y a veces inevitables de nuestras jornadas diarias cuyo legítimo provecho es evidente y para las cuales no habrá nuevas oportunidades, que obedecen, entonces, a la agenda divina, de modo que, si somos sabios y sensibles a la guía de Dios, nos obligan a modificar de buen grado nuestra agenda. Y es que en definitiva, el hombre propone, pero al final es Dios quien dispone. Todo esto, por supuesto, sin perjuicio de la buena planificación, pues: “Los planes bien pensados: ¡pura ganancia! Los planes apresurados: ¡puro fracaso!… [pero] No te jactes del día de mañana, porque no sabes lo que el día traerá” (Proverbios 21:5; 27:1)
Planificación flexible
5 julio, 2021
2 Lectura mínima
“Planear teniendo presente a Dios no es malo. Lo malo es la rigidez que excluye los cambios imprevistos orquestados por Dios”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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