A semejanza de la gran red de carreteras que caracteriza hoy por hoy a las naciones del primer mundo, la historia humana es a estas alturas un complejo entramado de sendas y caminos diversos que se cruzan, convergen, se superponen y divergen entre sí, en medio de los cuales gran parte de la humanidad se encuentra extraviada, sin saber dónde se halla ni a dónde debe dirigirse para recobrar el rumbo. Ya para la época del Señor Jesucristo los hombres llevaban mucho tiempo extraviados, desviados y distanciados de la senda original, discurriendo por muchos caminos diversos que, como lo dice el libro de Proverbios, aunque en principio pudieran parecer rectos, al final acabarían por ser caminos de muerte. Jesucristo se encarnó como hombre para recapitular la historia justo allí dónde ésta perdió el rumbo, señalándonos de nuevo con claridad diáfana el camino correcto que se había perdido al hallarse para entonces mimetizado y confusamente presente entre muchos otros caminos alternos y opuestos a la senda original, constituyéndose Él mismo en persona en el Camino que debemos escoger y recorrer para llegar a puerto seguro. Es, pues, en Cristo en donde adquiere su plena vigencia la exhortación divina por boca del profeta dirigida ya no sólo a Israel, sino a todos los pueblos descarriados a lo largo de la historia “Así dice el Señor: «Deténganse en los caminos y miren; pregunten por los senderos antiguos. Pregunten por el buen camino, y no se aparten de él. Así hallarán el descanso anhelado. Pero ellos dijeron: ‘No lo seguiremos.’” (Jeremías 6:16)
El buen camino
1 octubre, 2021
2 Lectura mínima
“Hay que revisar la historia para descubrir dónde y cuándo perdimos el rumbo para volver a ese punto y retomar la senda correcta”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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