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Ejemplos a imitar

“La finalidad práctica de la vida cristiana consiste en convertirnos nosotros mismos en ejemplos que los demás puedan imitar”

Decía el teólogo y misionero alemán Albert Schweitzer que: “El ejemplo no es la cosa principal a la hora de influir en los demás; es la única”. En efecto, una de las lecciones que los padres aprendemos pronto en el ejercicio de nuestras responsabilidades es que los hijos aprenden más por el ejemplo incidental y espontáneo de sus progenitores, que por cualquier tipo de instrucción programada y sistemática. Y si hay inconsistencias y contradicciones entre lo que hacemos y lo que decimos, ellos lo captan muy bien de tal modo que lo que hacemos termina por no dejarles “oír” lo que decimos. Por eso Josh Billings recomendaba, con cierto sarcasmo, lo siguiente: “Para encauzar a un niño por la senda que debería seguir, viaje usted por ella de vez en cuando”. Sólo así veremos el anhelado cumplimiento de lo dicho por H. Jackson Brown: “Vive de tal modo que, cuando tus hijos piensen en la justicia y la integridad, piensen en ti”. Pero lo que es cierto en el estrecho ámbito de las relaciones familiares debe serlo también en el más amplio contexto de las demás relaciones humanas. Ciertamente, el ejemplo es central y decisivo en todos los frentes de la vida cristiana. El Señor Jesucristo se puso a sí mismo como ejemplo a imitar y los apóstoles, -Pablo en particular-, también lo hicieron de esta manera, exhortando a los creyentes a estar en condiciones de hacerlo del mismo modo y elogiando a la iglesia cuando brindaba un buen ejemplo. La finalidad de la práctica cristiana puede, por tanto, resumirse en poder hacer propia la siguiente declaración: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo” (1 Corintios 11:1)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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