El espectáculo de la vida ha fascinado siempre al ser humano cuando se toma el trabajo de contemplarlo con detenimiento. La existencia actual de numerosos y exitosos canales de televisión por suscripción dedicados con exclusividad a exhibir su belleza y a explicar al mismo tiempo los maravillosos procesos y detalles involucrados en la dinámica de la vida de todos y cada uno de los enormemente diversos seres que habitan este pequeño planeta azul −que es el único en el que hasta ahora la ciencia ha podido descubrir vida−, es una muestra de ello. Ya el salmista, deslumbrado, hizo en el salmo 104 una inspirada descripción estilo NatGeo del espectáculo de la vida. Un espectáculo que como quiera que se dé y en cualquiera de sus variadas formas, desde los seres unicelulares más simples, hasta los animales superiores mucho más complejos, coronados magistralmente con el ser humano en la cúspide, obedece siempre a las instrucciones codificadas en el ADN presente en todas y cada una de las células de cualquier ser vivo; un mensaje con tan voluminosa, compleja y específica información, pero al mismo tiempo tan sencillo –consta de tan solo cuatro letras− que en sana lógica no puede más que atribuirse a una inteligencia muy superior a la humana; la inteligencia superior del Dios personal vivo y verdadero revelado en las Sagradas Escrituras y en Jesucristo, llevando al salmista a concluir: “… ¡Oh Señor, cuán numerosas son tus obras! ¡Todas ellas las hiciste con sabiduría! ¡Rebosa la tierra con todas tus criaturas!…” (Salmo 104:10-30)
Dios y el código genético
15 mayo, 2021
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“El ADN es un mensaje con toda la información necesaria para la vida y no es lógico creer que se escribió solo y carece de remitente”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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