El beso de Judas se convirtió en el proverbial símbolo de la traición de quien de frente nos abraza mientras por detrás nos clava el puñal. No en vano las actitudes serviles y aduladoras por parte de quienes nos rodean no suelen inspirar confianza en quien las recibe, convirtiéndose incluso en algo fastidioso y molesto por el tono de insinceridad con el que suelen ir acompañadas. Por eso es siempre preferible quien nos canta las verdades de frente sin “dorarnos la píldora” ni “endulzarnos el oído” porque nos ama y está sinceramente preocupado por nosotros, que quien se despacha en elogios y adulaciones hipócritas en preparación para darnos la espalda cuando llegue el momento, uniéndose a nuestros adversarios y liderándolos en sus ataques contra nosotros, infligiéndonos dolorosas heridas al tiempo que se complace en ello. Por eso es que Dios prefiere en principio herirnos de frente para nuestro bien que elogiarnos engañosamente para nuestro mal, en contravía con gran parte de la predicación actual que, más que verdaderos sermones bíblicos, son conferencias de motivación que utilizan a Dios como pretexto para exaltarnos, omitiendo la mención del pecado y nuestras culpas al respecto, junto con la necesidad del arrepentimiento. Y es que al final de todo: “Más confiable es el amigo que hiere que el enemigo que besa…El Señor nos ha rechazado, pero no será para siempre. Nos hace sufrir, pero también nos compadece, porque es muy grande su amor. El Señor nos hiere y nos aflige, pero no porque sea de su agrado” (Proverbios 27:6; Lamentaciones 3:31-33)
Dios, el amigo que hiere
14 julio, 2021
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“Dios es el amigo confiable que prefiere herirnos para nuestro bien que besarnos como Judas para nuestra perdición”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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