El ser humano es un ser social que no fue creado para estar solo. Nos necesitamos, pues, mutuamente, para la adecuada satisfacción de nuestras necesidades en el contexto de la comunidad de la que formamos parte, que se constituye así en un apoyo invaluable del que no es sabio prescindir. Pero adicionalmente, nos necesitamos los unos a los otros para ampliar nuestras perspectivas individuales con las perspectivas de los demás, las cuales nos ayudan a cubrir una gran cantidad de los puntos ciegos que afectan nuestra propia perspectiva. En este proceso pueden surgir desacuerdos y discusiones que lleven a que nuestra perspectiva choque con la de los demás, ya sea porque ellos están decididamente equivocados en aquello que defienden y en lo que se encuentran empeñados, o porque nosotros lo estemos y nos cueste trabajo ceder y reconocerlo. Pero más frecuentemente, los roces y desacuerdos se dan porque ambas perspectivas enfrentadas son parcialmente correctas y no porque una de ellas sea totalmente equivocada mientras que la otra es totalmente correcta. Y aquí se requiere de ambas partes ceder y conciliar, acordando incluso aquellas cosas en las que vamos a continuar en desacuerdo y que debemos, por tanto, respetarnos y tolerarnos en aras de la mutua convivencia. Un proceso ineludible que puede tornarse doloroso para nuestro ego y aspiraciones personales, pero del cual podemos salir con una perspectiva más aguda y enriquecida. Después de todo: “El hierro se afila con el hierro, y el hombre en el trato con el hombre” (Proverbios 27:17)
Afilándonos en los desacuerdos
15 julio, 2021
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“Nadie ve todo lo que hay que ver, por eso debemos considerar también la perspectiva de quienes no están de acuerdo con nosotros”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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