La vacilación es una de las marcas de nuestros tiempos. El hombre de hoy vive fluctuando entre muchos intereses diversos debido a que no hay uno lo suficientemente firme y confiable como para dominar y orientar su perspectiva de modo que los demás giren alrededor de él. Y el único que cumple con creces estos requisitos es Dios en la persona de Cristo. La Biblia nos previene sobre esto cuando denuncia el corazón dividido de quienes no acaban de decidirse nunca y manifiestan así una inconstancia crónica en su presunto compromiso con Cristo, como la que caracteriza a todos quienes suscriben esa cínica patraña que dice que “el que peca y reza empata”, expresión que lo único que hace es exhibir de manera desvergonzada una fe hipócrita, insincera, o en el mejor de los casos, vacilante y que como tal desemboca, entonces, en una vida estéril en la que la fluctuación entre intereses diversos insustanciales y sin fundamento alguno, suelen dejar al final a las personas defraudadas y sumidas en la vergüenza, como le sucedió en su momento al pueblo judío al trasladar su confianza y lealtades desde el Dios que nunca cambia, a los volubles poderes humanos que se disputaban el dominio de la época sobre el territorio de Israel: Egipto y Asiria, situación a la que Dios se refirió con estas sentenciosas palabras: “¡Con qué ligereza cambias de parecer! Pues también Egipto te defraudará, como te defraudó Asiria. Saldrás de allí con las manos en la nuca, porque el Señor ha rechazado a aquellos en quienes confías, y no prosperarás con ellos” (Jeremías 2:36-37)
Con las manos en la nuca
25 septiembre, 2021
2 Lectura mínima
“No confiar en Dios conduce a tener que vivir cambiando de parecer y a que terminemos avergonzados, defraudados y decepcionados”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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