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Ausencia de malicia

“Pensar mal de todo es hacer de abogado del diablo y dejar expuesto al ladrón que siempre juzga todo por su propia condición”

El abogado del diablo, una figura extraída de los procesos de canonización de la iglesia católica en los que este personaje tenía como tarea cuestionar por todos los medios posibles la pretendida canonización del candidato de turno, formulando todos los argumentos y señalamientos disponibles en contra de ella, ha trascendido al campo popular para referirse a aquellas personas maliciosas que se convierten en gratuitos contradictores de oficio aún de las mejores causas y que, mediante esta crítica constante y en muchos casos injustificada por la que pretenden llamar nuestra atención a todo lo malo que podría haber en lo bueno, dejan expuesta su propia mezquindad y perversidad de corazón.   Al fin y al cabo, pensar mal de todo es lo que define la malicia, de la que muchos lamentablemente se jactan, como si fuera algo de lo cual jactarse. Por el contrario, la Biblia condena la malicia y, sin promover tampoco las ingenuidades infantiles, idealistas y crédulas, sino la fe madura, ilustrada, sagaz y debidamente documentada, nos exhorta a procurar pensar bien de todo, viendo las cosas rescatables que podamos encontrar incluso en aquello que a primera vista no parezca tenerlas. Eso es lo que Pablo tenía en mente cuando nos exhorta con estas palabras: “Por último, hermanos, consideren bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio” (Filipenses 4:8), pues como lo sostenía Rudyard Kipling, por lo menos en principio: “… pensar bien de todo el mundo, evita muchos problemas”.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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