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Aplauso del cielo

“Aunque nuestros anónimos logros pasen desapercibidos en este mundo, podemos estar seguros de que Dios no los pasará por alto”

En el Festival de Praga de 1963 se encargó al prestigioso director Zubin Mehta que dirigiera a la Filarmónica Checa en su tradicional cierre, ejecutando la Novena Sinfonía de Beethoven en la Catedral de San Vito. La ejecución fue majestuosa, pero no hubo aplausos, pues la tradición no permitía aplaudir en la iglesia. Sin embargo, cuando el director abandonaba ya la iglesia en el vehículo asignado y dobló la esquina frente a la catedral, le sorprendió el increíble espectáculo de ver a los 8.000 integrantes del auditorio haciéndole valla de honor a los lados de la calle para aplaudirlo y ovacionarlo, conmoviéndolo de tal modo que las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas. Esta anécdota evoca el modo en que el autor Max Lucado encontró el título para uno de sus libros, llamado Aplauso del cielo. Dice Lucado que la balanza se inclinó a favor de Aplauso del cielo cuando su editora le leyó a algunos ejecutivos una porción del libro que describe nuestro viaje final a la ciudad de Dios, incluyendo algunos pensamientos con respecto al anhelo de Dios de tener a sus hijos en casa, afirmando la posibilidad de que aplauda cuando entremos por sus puertas. Enseguida notó que uno de los hombres se secaba una lágrima, quien el verse descubierto, explicó su emoción diciendo: “Me resulta difícil imaginar a Dios aplaudiéndome”. Pero ese es el mensaje de la Biblia. Que cuando nuestro servicio y nuestros humildes y anónimos logros pasen desapercibidos y no sean apreciados; podemos estar seguros de que Dios no los pasa por alto, y que: “… Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda”(1 Corintios 4:5)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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