Hay personas que, sin ser creyentes aún, son sin embargo conscientes de los compromisos que la fe en Cristo involucra. Compromisos que consideran no sólo demasiado difíciles o imposibles para ellos, sino hacia los cuales no tienen una voluntad dispuesta debido a que piensan que más allá de su presunta dificultad, los privarían de poder vivir una vida en la que estén en condiciones de disfrutar sin restricciones indebidas de todas las cosas buenas que ella nos depara. En razón de esto, algunos deciden diferir indefinidamente, relegando a los últimos años de sus vidas, el poner en orden sus asuntos con Dios volviéndose a Él mediante la redención provista por Cristo para la humanidad en la cruz del calvario, al estilo del emperador Constantino que, siendo durante gran parte de su vida simpatizante del cristianismo, de forma fríamente calculada sólo se bautizó como tal en su lecho de muerte. Pero esta forma de pensar, además de incurrir en la jactancia del día de mañana contra la que la Biblia nos advierte −pues nadie puede garantizar que mañana tenga una nueva oportunidad de arreglar como corresponde sus asuntos con Dios−, es equivocada al presumir que la vida cristiana nos priva del disfrute de las cosas buenas de la vida, cuando lo que hace es potenciar este disfrute de manera responsable y dosificada y sin indeseables consecuencias ni efectos colaterales perjudiciales. Por tanto: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos y vengan los años en que digas: «No encuentro en ellos placer alguno»…” (Eclesiastés 12:1-7)
Antes de que vengan los días malos
11 agosto, 2021
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“Entre más tardemos en volvernos a Dios y reconciliarnos con Él más lamentaremos no haberlo hecho con mucha mayor anterioridad”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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