En relación con la creencia en la realidad del Diablo y ante la pregunta de si creía en su existencia, C. S. Lewis respondía diciendo: “Ahora bien; si por el «el Diablo» se entiende un poder opuesto a Dios, y como Dios, existente por toda la eternidad, la respuesta es, desde luego, no. No hay más ser no creado que Dios. Dios no tiene contrario. Ningún ser podría alcanzar una «perfecta maldad» opuesta a la perfecta bondad de Dios, ya que, una vez descartado todo lo bueno (inteligencia, voluntad, memoria, energía, y la existencia misma), no quedaría nada de él”. Y de manera consecuente complementa diciendo: “El cristianismo está de acuerdo con el dualismo en que este universo está en guerra. Pero no cree que sea una guerra entre poderes independientes. Cree que es una guerra civil, una rebelión, y que estamos viviendo en una parte del universo ocupada por los rebeldes. Un territorio ocupado por el enemigo: eso es lo que es este mundo”. Esto pone en la adecuada perspectiva el relativo dominio temporal y de hecho ꟷpero no en derechoꟷ, que el Diablo y sus demonios ejercen en este mundo caído promoviendo el mal, el dolor y el sufrimiento que nos afecta a todos los seres humanos en mayor o menor medida, circunstancia que no pone, sin embargo, en tela de juicio el gobierno sabio y soberano que Dios sigue ejerciendo sobre Su creación, afirmado por el salmista en estos inequívocos términos: “El Señor reina, revestido de esplendor; el Señor se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder. Ha establecido el mundo con firmeza; jamás caerá” (Salmo 93:1)
El Señor reina, revestido de esplendor
"A pesar de las apariencias en contra y del dominio de hecho que Satanás ejerce en el mundo, Dios sigue reinando en él y gobernándolo con sabiduría”






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