La misericordia de Dios se manifiesta también en la manera en que puede librarnos de compromisos y obligaciones a los que las circunstancias nos empujan, sin haber podido elegir al respecto, como cuando el rey David tuvo que ponerse bajo la protección del rey Aquis, de la ciudad de Gat de los filisteos, enemigos de Israel, para huir de la persecución de Saúl y salvar así su vida. Si bien David logró manejar las tensiones que esto le generaba entre sus lealtades de conciencia hacia su propio pueblo, Israel, y las obligaciones y consecuentes lealtades que la protección de Aquis le imponía, al final se vio en serias dificultades cuando Aquis quiso incorporarlo al ejército filisteo para ir a combatir contra Israel para aprovechar sus habilidades en la guerra a favor de su protector, que parecía confiar en él lo suficiente como para hacerlo, poniendo sobre los hombros de David el peso de una prueba demasiado difícil para él. Afortunadamente, Dios lo libró de ella cuando el resto de jefes filisteos no se arriesgaron a incorporarlo a su ejército para ver como David, puesto entre la espada y la pared, se volvería contra ellos en medio de la batalla al prevalecer sus lealtades para con Israel: “Ante esto, Aquis llamó a David y dijo: ꟷTan cierto como que el Señor vive, tú eres un hombre honrado y me gustaría que me acompañaras en esta campaña. Desde el día en que llegaste, no he visto nada que me haga desconfiar de ti. Pero los jefes filisteos te miran con recelo. Así que, con mis mejores deseos, vuélvete a tu casa y no hagas nada que les desagrade” (1 Samuel 29:6-7)
Vuélvete a tu casa
"Dios sabe proveernos salidas para librarnos de compromisos y obligaciones que se nos imponen en contra de nuestra conciencia y lealtades hacia Él”
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