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Viajando a nuestro mundo interior

“Hay quienes viajan y conocen el mundo entero pero nunca conocen su propio mundo interior que es justo donde Dios se revela”

El psiquiatra A. J. Cury describe así la situación paradójica del hombre de hoy: “Gobernamos el mundo exterior, pero tenemos gran dificultad en manejar nuestro mundo interior, el de los pensamientos y las emociones. Estamos subyugados por necesidades que nunca fueron prioritarias… Es posible viajar por el mundo y conocer varios continentes, y sin embargo no recorrer los caminos de su propio ser y conocerse a sí mismo”. El cristianismo parte del conocimiento de nuestro mundo interior y la toma de conciencia de todo lo que allí se encuentra. Virtudes cristianas tan apreciadas como la humildad y el dominio propio solo pueden ser cultivadas con éxito por quien se conoce a sí mismo y son tenidas en mucha mayor estima que la fuerza y la capacidad de conquista sobre los demás. Pero el conocimiento profundo de nuestra interioridad es provechoso en especial porque sólo a través de él podemos llegar al conocimiento de Dios, pues únicamente allí en la profundidad de nuestro ser descubrimos nuestra imperfecta condición humana, con todas sus grandezas y miserias, reconociendo sin atenuantes nuestra absoluta dependencia y necesidad de Dios, quien se nos revela justo allí como si nos hubiera estado esperando desde siempre. Cristo fomentó en sus discípulos el conocimiento de su interioridad cuando nos informó que lo que contamina al hombre no viene de afuera, sino de adentro, de la profundidad de nuestro corazón. Algo que el rey David sabía muy bien al declarar: “Yo sé que tú amas la verdad en lo íntimo; en lo secreto me has enseñado sabiduría” (Salmo 51:6)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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