Como todas las demás criaturas del universo, los seres humanos pertenecemos a Dios, nuestro Creador. Como tal, Él es el dueño del ser y de la vida de todos y cada uno de nosotros, creados a su imagen y semejanza. En razón de esto, no tomarlo en cuenta con toda la seriedad que Él amerita −incluyendo en ello no sólo el servicio a su causa y la obediencia a sus preceptos, sino la rendida gratitud y el reconocimiento que le corresponde en la adoración que en justicia le debemos antes que cualquier otra actividad o interés legítimos en que podamos ocuparnos−, es ya un acto censurable y condenable en sí mismo. La indiferencia hacia Dios o el relegarlo a un indigno lugar secundario en nuestras vidas puede ser más ofensivo para Él que la misma incredulidad y rebeldía abiertas de quienes lo niegan expresamente y deciden no obedecerlo con plena conciencia. Al fin y al cabo, ambas actitudes constituyen diferentes formas de ateísmo. Uno, el ateísmo de quienes niegan expresamente Su existencia. Y el otro, el ateísmo de quienes, sin negarla, para todo efecto práctico viven como si Él no existiera. Y en cualquiera de los dos casos quienes así proceden terminarán, a semejanza del malvado rey Acab, expuestos a la vergüenza y el escarnio de quienes, perteneciendo en principio a Dios, terminan vendiéndose como esclavos al pecado en sus múltiples formas, para su propia vergüenza, dolor, escarnio y confusión: “Acab le respondió a Elías: ─¡Mi enemigo! ¿Así que me has encontrado? ─Sí ─contestó Elías─, te he encontrado porque te has vendido para hacer lo que ofende al Señor” (1 Reyes 21:20)
Vendidos como esclavos al pecado
10 febrero, 2021
2 Lectura mínima
“El ser humano sin Dios termina expuesto a la vergüenza y el escarnio vendido como esclavo al pecado en sus múltiples formas”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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