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Valor, firmeza y obediencia

“Obedecer a Dios es algo que requiere valor y firmeza, pero que premia con el éxito al obediente en donde quiera que se encuentre”

La vida cristiana requiere disciplina, constancia, valor y firmeza. Pero aun así, es una vida posible. Por lo menos para los creyentes, facultados para ello por el propio Dios a través de su Espíritu obrando en ellos. De hecho, dejados a nuestras propias fuerzas obedecer a Dios no es una tarea difícil; es imposible. Nuestra condición caída nos ha inhabilitado para ello. Por eso la obediencia únicamente es posible en el contexto de la fe de los que han sido redimidos por Cristo de su condición caída. Una obediencia que nos conducirá inexorablemente al éxito, pero a la consistente manera de Dios y no a la pasajera y engañosa manera en que el mundo concibe el éxito. Max Lucado lo ilustró muy bien con fino humor al afirmar que la vida cristiana es una vida difícil. Tan difícil, que él únicamente conocía una vida más difícil que la vida cristiana. Y ésta no es otra que la vida no cristiana. Así, pues, una vez facultados por el Espíritu Santo para poder obedecer a Dios, la vida cristiana es comparativamente más fácil que la vida no cristiana en la que, sin el concurso divino, ésta obediencia es prácticamente imposible. Pero esto no es algo que se da por generación espontánea, sin que apliquemos nuestra voluntad a este propósito con plena conciencia, valor, resolución y firmeza, como nos lo pide el Señor en las inspiradas palabras dirigidas a Josué, extensivas también a todos los creyentes en Cristo: “Sólo te pido que tengas mucho valor y firmeza para obedecer toda la ley que mi siervo Moisés te mandó. No te apartes de ella para nada; sólo así tendrás éxito dondequiera que vayas” (Josué 1:7)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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