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Utilidad e insuficiencia de la imaginación

“La imaginación bien utilizada es un buen estímulo, pero nunca es suficiente para vislumbrar la gloria que nos espera en Cristo”

Por muy fecunda que pueda ser la imaginación humana y al margen de sus extravíos característicos, incluso bien encaminada siempre se quedará corta para concebir lo que Dios tiene preparado para los suyos al final de la historia. En este sentido acertaron incidentalmente, personajes que, sin ser cristianos, admitieron, sin embargo, con la debida honestidad, en primer lugar, que la inteligencia y el ingenio que se manifiesta y refleja en la constitución, estructura y funcionamiento del universo y la naturaleza excede nuestra más inspirada imaginación, como lo reconoció el biólogo y genetista evolucionista J. B. S. Haldane al decir que: “El mundo no sólo resulta más extraño de lo que imaginamos, sino más… de lo que podemos… imaginar”. Y en segundo lugar, el filósofo evolucionista Herbert Spencer amplió esta consideración diciendo, a su vez: “creer que Dios es como lo imaginamos es blasfemia” en línea con la proclamación del apóstol a los atenienses: “… no debemos pensar que la divinidad sea… resultado del ingenio y de la destreza del ser humano” (Hechos 17:29). Por eso, este mismo apóstol nos reveló que Dios “… puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros…”, complementado por Santiago en su epístola al afirmar que “Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y que no cambia como los astros ni se mueve como las sombras” (Efesios 3:20; Santiago 1:17), dones y dádivas de Su parte que tienen, pues, la capacidad de conmovernos e impresionarnos como nada ni nadie más lo puede hacer

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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