Existe una confusión generalizada en la comprensión de nociones como la astucia y la malicia. Muchos ven la astucia como algo malo, propia de personas dobles y mal intencionadas, mientras que al mismo tiempo se jactan de la malicia que poseen y que hace que, presuntamente, no puedan ser engañados fácilmente. Pero la verdad es que la malicia siempre es mala y deja expuestos a los maliciosos como personas poco dignas de confianza que piensan mal de todo porque todo lo juzgan según su propia condición, mientras que la astucia es un concepto más neutro, pues implica ante todo agudeza mental, rapidez de pensamiento, habilidad para evitar ser engañado ꟷo también para engañarꟷ y para encontrar maneras eficaces de lograr sus propósitos. La Biblia equipara la astucia con la sabiduría en el caso de la mujer que impidió que toda su ciudad fuera arrasada por el ejército de Joab: “una astuta mujer de la ciudad gritó: ¡Escúchenme! ¡Escúchenme! Díganle a Joab que venga acá para que yo pueda hablar con él… ꟷY fue tal la sabiduría con que la mujer habló con todo el pueblo, que le cortaron la cabeza a Sabá, hijo de Bicrí, y se la arrojaron a Joab. Entonces Joab hizo tocar la trompeta y todos los soldados se retiraron de la ciudad y regresaron a sus casas. Joab, por su parte, volvió a Jerusalén para ver al rey” (2 Samuel 20:16, 22), y el Señor Jesucristo, de hecho, lamentó que los no creyentes fueran más astutos que los creyentes: “… Es que los de este mundo en su trato con los que son como ellos, son más astutos que los que han recibido la luz” (Lucas 16:8)
Una astuta mujer de la ciudad
"La astucia es elogiada en la Biblia siempre y cuando no se confunda con la malicia y se utilice para causas que cuenten con la aprobación de Dios”
Deja tu comentario