Así haya sido bajo engaño como consecuencia de no consultar a Dios, durante la conquista de Canaán Israel había suscrito un pacto con los gabaonitas que los obligaba a respetarles la vida y permitirles vivir entre ellos en condición de siervos. Pero Saúl y algunos miembros de su familia pasaron por alto este pacto y asesinaron a los gabaonitas, por lo cual: “Durante el reinado de David hubo tres años consecutivos de hambre. David pidió ayuda al Señor, y él le contestó: «Esto sucede porque Saúl y su sanguinaria familia asesinaron a los gabaonitas»… Los israelitas habían hecho un pacto con ellos, pero tanto era el celo de Saúl por Israel y Judá que trató de exterminarlos. Entonces David convocó a los gabaonitas… ꟷSaúl quiso destruirnos ꟷcontestaron ellosꟷ; se propuso exterminarnos y nos expulsó de todo el territorio israelita. Por eso pedimos que se nos entreguen siete hombres de los descendientes de Saúl, a quien el Señor escogió, para colgarlos en presencia del Señor en Guibeá de Saúl. ꟷSe los entregaré ꟷprometió el rey” (2 Samuel 21:1-2, 5-6). Vemos, pues, una solidaridad corporativa que nos vincula de tal modo con nuestros antepasados que, como lo dice el éxodo: “… Cuando los padres son malvados… yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación” (Éxodo 20:5), y en el propósito de que se haga justicia puede hacer de los descendientes chivos expiatorios de los pecados de sus padres, razón de más para que seamos justos en nuestros tratos con otros para que nuestros descendientes no tengan que pagar las consecuencias
Se nos entreguen para colgarlos
"Debemos respetar los pactos suscritos por nuestros ancestros, pues de no hacerlo pueden ser nuestros descendientes quienes paguen las consecuencias”
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