Si bien es cierto que el rey David había dado órdenes a sus soldados en el sentido de que respetaran la vida de su hijo Absalón en la guerra contra él y su ejército para combatir la rebelión por él encabezada en contra de su padre; Joab no respetó la orden y ejecutó rápidamente a Absalón en medio de la batalla. Por esta causa, la celebración de la victoria se convirtió en un motivo de tristeza y luto para David de una manera tan evidente y censurable que su general Joab lo confrontó de este modo: “Entonces Joab fue adonde estaba el rey y le dijo: «Hoy usted ha llenado de vergüenza a todos sus siervos que salvaron su vida, la de sus hijos e hijas, esposas y concubinas. ¡Usted ama a quienes lo odian y odia a quienes lo aman! Hoy ha dejado muy en claro que nada le importan sus comandantes ni sus soldados. Ahora me doy cuenta de que usted preferiría que todos nosotros estuviéramos muertos, con tal de que Absalón siguiera con vida. ¡Vamos! ¡Salga usted y anime a sus tropas! Si no lo hace, juro por el Señor que para esta noche ni un solo soldado se quedará con usted. ¡Y eso sería peor que todas las calamidades que usted ha sufrido desde su juventud hasta ahora!». Ante esto, el rey se levantó y fue a sentarse junto a la puerta de la ciudad. Cuando los soldados lo supieron, fueron todos a presentarse ante él” (2 Samuel 19:5-8). Esta situación y la censura dirigida contra David nos muestra que en ocasiones debemos hacer de tripas corazón para poder cumplir con nuestros deberes, manejando nuestras emociones de tal modo que no afecten el correcto desempeño de ellos
Salga y anime a sus tropas
"Los vínculos consanguíneos y afectivos pueden nublar nuestro buen juicio e impedirnos actuar de la manera correcta, haciendo de tripas corazón”
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