Un David bien motivado e intencionado fracasó, sin embargo, en su primer intento por trasladar el arca de la alianza a Jerusalén, por no hacerlo de la manera correcta, con la lamentable pérdida de la vida de Uza, el coatita. Pero la toma de conciencia de nuestros pecados y de los fracasos conectados a ellos es el primer paso para superarlos, pues, como lo dijera Alexis Carrell: “No se levanta uno sino cuando tiene conciencia de haber caído”. Tenía razón, entonces, Cathy Reed cuando dijo que: “Los fracasos son los ensayos del éxito” al igual que Watchman Nee al complementar: “El fracaso significa que Dios tiene una idea mejor”. El carácter del cristiano debe ser tal que pueda asumir los fracasos e incluso aprender de ellos para no volver a repetirlos, pues el costo que tenemos que pagar cuando pecamos y fracasamos puede verse compensado en buena medida por medio de las lecciones aprendidas en el proceso. Por eso David no desistió de su empeño inicial, sino que lo volvió a intentar, esta vez de manera exitosa, al incorporar las lecciones aprendidas en el curso del fracaso anterior, como podemos leerlo de manera inequívoca: “Luego dijo: «Solo los levitas pueden transportar el arca de Dios, pues el Señor los eligió a ellos para este oficio y para que le sirvan por siempre»… Entonces los sacerdotes y los levitas se consagraron para transportar el arca del Señor, Dios de Israel. Luego los descendientes de los levitas, valiéndose de las varas, llevaron el arca de Dios sobre sus hombros, tal como el Señor lo había ordenado por medio de Moisés” (1 Crónicas 15:2, 14-15)
Sólo los levitas podían transportarla
"No hay que desistir de hacer lo correcto así hayamos fracasado antes en el intento por no tener en cuenta las lecciones aprendidas en el fracaso”
Gracias Pastor por regalarnos estos escritos que son de buena utilidad en nuestra vidas cristianas, y las frase que expresan sus autores nos dan un sabiduria para vivir mejo delante de Dios. Bendicio nes.
Gracias por sus palabras Mario