Las seguridades y logros alcanzados en este mundo sin tener en cuenta a Dios y sin darle a Él la gloria y el crédito debidos y, además, en contravía con sus mandamientos y preceptos, no son más que una fachada que convierte a quienes hacen alarde de todo esto en meros fanfarrones que acallan sus conciencias y encubren sus temores, inseguridades y carencias afectivas y emocionales con sus posesiones, títulos y posiciones mundanas ꟷuna vez más, lo que la Biblia llama la “vanagloria” o “arrogancia” de la vidaꟷ, que no son más que una capa delgada de frágil y altiva autosuficiencia, siempre a punto de resquebrajarse y dejarlos expuestos ante los demás y dejar en evidencia sus alardes como meras poses que serán siempre incapaces de sostener consistentemente a lo largo del tiempo, pues como lo pregunta el salmista: “Acaso no entienden todos lo que hacen lo malo, los que devoran a mi pueblo como si fuera pan? ¡Jamás invocan a Dios!…”, como resultado de lo cual más temprano que tarde: “… Allí los tienen, sobrecogidos de miedo, cuando no hay nada que temer. Dios dispersó los huesos de quienes te atacaban; tú los avergonzaste, porque Dios los rechazó” (Salmo 53:4-5), pasaje que nos recuerda también el proverbio que afirma que: “El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león” (Proverbios 28:1). Verdades que es necesario recordar para no ceder a las tentaciones al respecto que nos acechan a todos cuando se alcanza alguna medida de éxito mundano y prosperidad y seguridad material en este tiempo
Sobrecogidos de miedo
"Los malvados son fanfarrones que hacen alarde de su poder para lograr encubrir con apariencias de perversa autosuficiencia sus temores y miedos”
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