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Segmentos

Si confesamos, Él nos perdonará

“Una de las maravillosas diferencias entre el Antiguo y el Nuevo Testamento es que en éste todos los días pueden ser fiestas solemnes de perdón”

Todo el ritual sacrificial establecido por Dios en la Ley implicaba de manera tácita la posibilidad del perdón para el pueblo de Dios mediante la expiación llevada a cabo por los animales sacrificados. Sin embargo, había un día al año en que el perdón de Dios a toda la nación se otorgaba de manera expresa y explícita: el justamente llamado “día del perdón” o de la expiación: “»El día diez del mes séptimo celebrarás una fiesta solemne. En ese día se ayunará, y nadie realizará ningún tipo de trabajo” (Números 29:7). Este era un día solemne en que el pueblo adoptaba una actitud humilde y contrita en señal de genuino arrepentimiento y los levitas y sacerdotes llevaban a cabo rituales muy específicos para tratar con el pecado del pueblo conforme a las instrucciones divinas detalladas al respecto, ofreciendo los sacrificios previstos de la forma prevista, siendo ésta la única ocasión en que el sumo sacerdote podía ingresar con temor y temblor y debidamente purificado ritualmente al lugar más interno del santuario: el lugar santísimo en donde se hallaba el arca del pacto cubierta por el propiciatorio sobre el que rociaba un poco de la sangre de los sacrificios, indicando así que Dios estaba dispuesto a ser propicio y favorable al pueblo así perdonado. Por contraste, en el Nuevo Testamento, en virtud del sacrificio de Cristo y sus efectos permanentes, todos los días podemos acercarnos a Él en arrepentimiento y confesión y recibir de Él el anhelado perdón, con la garantía de que: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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