Una vez consolidado en el trono,el rey David estaba afanado por construir un templo digno para el arca de Dios tan imponente como su propio palacio real, sintiéndose mal de que el arca del pacto estuviera resguardada en una tienda de campaña mientras que él habitaba en un palacio de cedro. Y si bien es cierto que esta preocupación no deja de ser loable, pues el lugar que Dios escoge para manifestar Su presencia debe ser digno de Él, la verdad es que, como lo aclara Pablo para que no lleguemos a pensar que Dios tiene necesidades como las nuestras ꟷentre la cuales estaría una casa o morada en la cual habitarꟷ: “»El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es Señor del cielo y de la tierra. No vive en templos construidos por hombres” (Hechos 17:24). De hecho, a través del profeta Natán Dios mismo desestimó un poco esta iniciativa de David haciéndole ver que Él en realidad no necesita una casa en la cual habitar, como los hombres. Y pasando del significado literal de la palabra “casa”, Dios hace una trasposición y utiliza esta misma palabra para referirse con ella a la dinastía o descendencia real de David con derecho al trono de Israel, diciéndole: “… Y a ti te daré descanso de todos tus enemigos. »”Pero ahora el Señor te hace saber que será él quien te construya una casa” (2 Samuel 7:10-11), indicando así que es Dios Quien vela por nuestros intereses y que nosotros en realidad no podemos darle nada que Él necesite, sino que es Él Quien nos bendice y otorga bienes que se encuentran más allá de nuestras posibilidades, afirmando nuestra posteridad delante de Él
Será Él Quien te construya una casa
"A diferencia de nosotros, Dios no necesita casas o templos en los que habitar, sino que Él es más bien quien nos establece y afirma en nuestra casa”
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