Volviendo con los mitos combatidos por las mejores versiones, tanto del cristianismo como de la ciencia; debemos señalar que no siempre la ciencia ha sido el adalid en la lucha y desenmascaramiento de los mitos. En particular, las ciencias sociales, que como lo señala Antonio Cruz en su libro “Sociología. Una desmitificación” han promovido y alimentado, por el contrario, engañosas teorías sociales que, con el tiempo, han demostrado ser falsas y peligrosas, entre las que encontramos la creencia en la validez de las maquiavélicas “razones de estado” con las que los gobernantes pretenden colocarse impunemente por encima de la moral social; o el mito racionalista que hace de la razón técnica la fuente de autoridad final; o el mito del llamado “contrato social” que confirió a los reyes autoridad absoluta sobre el pueblo; o el mito de que la propiedad privada es sagrada que se encuentra en la base del individualismo codicioso de muchos; o el mito de que el hombre es bueno por naturaleza; o el mito de que, de un modo u otro, el avance del tiempo traerá progreso de manera casi automática; o el mito de que la ciencia tiene la última palabra en todo; o el mito de que somos el producto de un azaroso proceso evolutivo sin propósito; o el mito de que el sistema social ideal es una atea “dictadura del proletariado” o, finalmente; el mito de que la religión es una patología llamada a desaparecer. Todo lo cual brinda renovada vigencia al anuncio paulino: “Porque llegará el tiempo en que no van a tolerar la sana doctrina, sino que, llevados de sus propios deseos, se rodearán de maestros que les digan las novelerías que quieren oír. Dejarán de escuchar la verdad y se volverán a los mitos” (2 Timoteo 4:3-4)
Se volverán a los mitos
“Aunque muchos ya no creen en los dioses de las mitologías antiguas siguen inventándose mitologías modernas en las que creer”
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