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Riqueza libre de preocupaciones

“La fidelidad de Dios no es alcahuetería de su parte hacia nuestra infidelidad, sino benéfica disciplina cuando somos infieles”

La declaración bíblica tal vez más conocida, citada y malinterpretada por todos, propios y extraños, es aquella que nos revela que “Dios es amor”. Y si bien muchos la citan como reacción apenas natural a esa distorsionada imagen oscurantista de Dios como Juez inflexible, justiciero y vengador, que está buscando la menor oportunidad para complacerse castigando la desobediencia de los hombres, sin mostrar ningún asomo de misericordia; al citar esta afirmación bíblica con este propósito se han ido al extremo opuesto, pues si bien es cierto que “Dios es amor”,  eso no significa sin embargo que su amor excluya la justicia y la disciplina ꟷque, de hecho, también definen y forman parte del amor verdaderoꟷ, pues de ser así el amor de Dios quedaría reducido a ser una simple connivencia sensiblera y encubridora del pecado del hombre. Dios no es, pues, un alcahuete del ser humano que, en ejercicio de su amor, hace la vista gorda antes nuestras faltas, pecados y rebeliones que a la postre terminan destruyéndonos, sino que su amor y fidelidad hacia nosotros incluye su disposición a disciplinarnos siempre que sea necesario para corregir y enderezar nuestra senda, disciplina que si bien puede ser dolorosa e indeseable en su momento, es necesaria y terapéutica para poder disfrutar luego de su bendición plena sin lastres que la estorben ni efectos colaterales que la echen a perder, pues: “La bendición de Dios es riqueza que viene libre de preocupaciones” (Proverbios 10:22 TLA). Es por eso que: “si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo” (2 Timoteo 2:13)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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