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Revístanse de humildad

“La integridad por sí sola no nos granjea la gracia, pero acompañada de humildad puede ser indicio de que no estamos lejos de ella”

Ser íntegro o “de una sola pieza” es una de las finalidades prácticas de la vida cristiana, lo cual implica tener un carácter intachable, recordando que esto no significa, sin embargo, ser perfecto o ser alguien que nunca se equivoca o peca, meta irrealizable en las condiciones actuales de nuestra existencia en este mundo, por redimidos que nos encontremos ya en Cristo. Esto último matiza y hace que la integridad alcanzada, si bien puede ser un motivo de satisfacción en el sentido del deber cumplido, nunca pueda esgrimirse para alimentar nuestro orgullo, pues paradójicamente la persona verdaderamente íntegra, es consciente en todo momento de sus carencias y debilidades y de todo lo que le faltará siempre por recorrer al respecto. Por eso la integridad en todos los casos viene o debería venir acompañada de un modo natural por la humildad que impide que la integridad se nos suba a la cabeza y lleve a que la persona en cuestión se desvincule de algún modo de Dios y se sienta ya autosuficiente en este particular. Por eso, a la par con la integridad, en la Biblia se nos exhorta continuamente también a la humildad: “Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque «Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes»” (1 Pedro 5:5). Una humildad que garantice que nunca dejemos de depender y de tener acceso, agradecidos, a la gracia que Dios nos dispensa en todo momento y que es la que nos sostiene, manteniéndonos en pie y en movimiento continuo hacia la meta final que se encuentra más allá de esta vida

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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