No sean tiranos sino ejemplo

En la Biblia la autoridad y su ejercicio, más que un privilegio conferido a alguien, es una responsabilidad de la que tendremos que dar cuenta y que debe, por esto, ser asumida con la seriedad y el debido cuidado. El apóstol Pedro se dirige, por tanto, con estas palabras a los dirigentes de la iglesia de todos los tiempos, conocidos como “ancianos” o presbíteros: “A los ancianos que están entre ustedes, yo, que soy anciano como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe con ellos de la gloria que se ha de revelar, les ruego esto: cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir, como Dios quiere. No sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño” (1 Pedro 5:1-3). Así, pues, el ejercicio de la autoridad en la iglesia ꟷy por extensión y de manera ideal, en todos los demás ámbitos de la cultura humanaꟷ, debe llevarse a cabo fundamentalmente con la motivación y el deseo de servir a quienes se encuentran bajo el cuidado de la respectiva autoridad y no, como lamentablemente sucede con frecuencia, no sólo en el campo secular, sino también en el eclesiástico, por ambición de dinero ꟷsin perjuicio del principio bíblico que afirma que, de cualquier modo, el obrero es digno de su salarioꟷ y, por consiguiente, con una actitud de asalariado que hace el trabajo por obligación y siguiendo la ley del mínimo esfuerzo y no con solicitud y verdadero cuidado e interés por el bienestar de sus subordinados y el deseo de ser para ellos un ejemplo digno de imitar, sino de un modo tiránico y déspota en muchos casos