Si bien es cierto que, como lo dijo Sócrates: “Una vida sin reflexión no vale la pena vivirla”, también lo es que, como lo replicó Carlos Marx a los reflexivos filósofos –y teólogos por igual− de su época: “no hay que limitarse a interpretar el mundo de distintos modos; de lo que se trata es de transformarlo”. No se trata, entonces, ni siquiera de identificar y denunciar la “hiperreflexión” o excesiva reflexión y consecuente demora para actuar luego de haber reflexionado, diagnosticada incluso como un trastorno psicológico por el psiquiatra austríaco judío Viktor Frankl; sino de censurar la ausencia total de las acciones correspondientes y concluyentes que deberían seguir siempre de manera natural y consecuente a la correcta reflexión, dejándonos así con diagnósticos acertados de nuestras problemáticas personales y sociales que, sin embargo, no ofrecen ni aplican luego la medicación ni la cura que los males diagnosticados necesitan con urgencia para lograr de este modo cambios o transformaciones significativas, favorables y benévolas en nuestras vidas y en las de las sociedades de las que formamos parte, como lo llevó a cabo Nehemías en su momento: “Y después de reflexionar, reprendí a los nobles y gobernantes: -¡Es inconcebible que sus propios hermanos les exijan el pago de intereses! Convoqué además una gran asamblea contra ellos” (Nehemías 5:7), evocando lo hecho por Dios a nuestro favor al diagnosticar reflexivamente, mediante la Ley, la enfermedad mortal de nuestro pecado, para proceder acto seguido a curarlo mediante el evangelio de Cristo.
Reflexión para la acción
22 febrero, 2021
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“De nada sirve reflexionar de forma responsable y concienzuda si, a renglón seguido, no actuamos también de una manera consecuente”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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