Las ciencias de la religión, entre las cuales sobresale la fenomenología, identifican con el término “entusiasmo” esa atmósfera contagiosa que caracteriza y acompaña siempre la actitud religiosa del ser humano. Un entusiasmo que no sólo debe caracterizar las actividades propiamente religiosas de tipo ritual o litúrgico en los templos o lugares formales de reunión congregacional, −como en buena hora lo vienen experimentando las iglesias abiertas a la experiencia pentecostal dentro del protestantismo evangélico con su espíritu festivo y alegre en sus servicios y celebraciones−, sino que debe estar presente de manera debidamente dosificada en todo lo que emprendamos en la vida con la convicción de que en último término no lo hacemos ni para nosotros ni para los demás, sino para Dios mismo que nos observa en todo momento y a quien, por tanto, queremos agradar, obteniendo su aprobación por sobre todo lo demás. Es el entusiasmo por Dios y por su causa sostenido a través del tiempo el que garantiza que todo lo que iniciamos y emprendemos para Él no se quede inconcluso y a medio camino cuando tenemos que enfrentar dificultades y sortear obstáculos en su desarrollo que tienden a desanimarnos y hacernos desistir. Un entusiasmo renovado cada día en la comunión diaria que cultivamos con Cristo a través de nuestra oración y devociones cotidianas que nos permita actuar como lo hizo Nehemías: “Continuamos con la reconstrucción y levantamos la muralla hasta media altura, pues el pueblo trabajó con entusiasmo” (Nehemías 4:6)
Entusiasmo de principio a fin
21 febrero, 2021
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“Hay que procurar siempre terminar bien lo que hemos empezado, pero hay que mantener a la par el mismo entusiasmo de los comienzos”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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