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Que espere a quitarse la armadura

“Así como no debemos cantar victoria antes de tiempo de forma jactanciosa, tampoco debemos dormirnos en los laureles una vez obtenida la victoria”

Existen dos actitudes inconvenientes que nos pueden dejar en mala condición si no las evitamos. Por una parte, cantar victoria antes de tiempo, como se lo recordó el rey Acab de Israel a el rey Ben Adad de Siria cuando éste se jactaba de su victoria sobre el primero antes de emprender la batalla: “Pero el rey de Israel respondió: «Díganle que no se vista de orgullo antes de ponerse la armadura, que espere a quitársela»…”. Y por otra, dejarnos llevar por la euforia de la victoria y bajar la guardia, como se lo recordó el profeta al rey Acab, una vez que Dios le otorgó la victoria sobre Ben Adad: “… Más tarde, el profeta se presentó ante el rey de Israel y le dijo: «Vaya, refuerce el ejército y trace un buen plan, porque el año entrante el rey de Siria volverá a atacar»” (1 Reyes 20:11, 22). El triunfalismo en la iglesia fomenta ambas actitudes. Porque la fe infantilmente triunfalista de muchos cristianos suele ser una fachada y nada más por la que pretenden mostrar y tener vidas perfectas en este mundo y se jactan de que la bendición de Dios les sonríe en todos los aspectos como la prueba de que Dios se complace con ellos y su desempeño. Pero los triunfalismos suelen ser el producto de una actitud equivocada que se conforma a los valores exitistas del mundo. En un contexto triunfalista como éste en el que se predica que la mejor vida del cristiano es ahora, el estímulo para la perseverancia propia de quienes se saben peregrinos y extranjeros en el mundo que buscan una patria mejor, se diluye en el alcance de logros mundanos y en la jactancia exhibicionista que los acompaña

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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