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Pluralismo, exclusividad y cristianismo

“Aunque el pluralismo del mundo nos tilde de arrogantes e intolerantes debemos seguir sosteniendo el carácter único de nuestro Dios”

El “pensamiento políticamente correcto” considera arrogante e intolerante hacer demandas de exclusividad, especialmente en el campo de la religión y la espiritualidad, pues el pluralismo reinante afirma que todas las religiones son iguales y que todas, en último término conducen a Dios, de donde no hay ninguna superior a las otras. Con mayor razón por cuanto la misma noción de verdad también ha sido desechada en favor de la existencia de tantas verdades como personas hay en el mundo, dando lugar a un relativismo y un subjetivismo ingenuos, por decir lo menos, sin ningún fundamento ni en la razón ni en la experiencia. Porque la lógica más elemental nos indica que no todo puede ser verdad, pues toda afirmación que hagamos es por necesidad excluyente, por lo que en el mismo momento en que afirmamos algo sobre cualquier tema que pretenda ser algo más que una opinión más o menos falible ─un ejercicio que llevamos a cabo a diario─ estamos sosteniendo que existe la verdad y que toda declaración contraria a ella es, por tanto, falsa. De hecho, no podríamos convivir ni alcanzar un satisfactorio grado de entendimiento entre los seres humanos en el marco de la sociedad de la que formamos parte, sin defender la noción de verdad y denunciar y rechazar de paso toda falsedad que se oponga a ella. Es por eso que, a despecho del pluralismo que el pensamiento secular nos quiere imponer, los creyentes debemos seguir proclamando: “»Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es el único Señor” (Deuteronomio 6:4), así no sea “políticamente correcto”.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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