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Amores humanos, amor divino

“El amor al cónyuge, a los hijos y a la patria debe estar subordinado al amor a Dios y a nuestra lealtad final y absoluta a Él”

La teología entiende por “amores naturales” a todos aquellos que nos vinculan y unen de manera natural con cónyuges, hijos, amigos y compatriotas, designándolos con nombres como romance, afecto, amistad y patriotismo respectivamente. Pero por encima de ellos la teología identifica a la caridad o el amor ágape, que no es otro que el amor sobrenatural e incondicional que Dios nos profesa y con el cual nos capacita de manera particular a los creyentes para amarlo a Él correspondiendo así, guardadas las proporciones, su amor por nosotros y amar también a nuestro prójimo con ese amor ágape sobrenatural y superior al cual todos los demás amores naturales deben subordinarse, para no salirse de curso y cumplir correcta y constructivamente el papel específico que Dios les ha asignado. La caridad o el sobrenatural amor ágape no anula a los demás amores, sino que los coloca en su justo lugar y proporción otorgándoles el toque de sensatez que cada uno de ellos requiere para mantenerse dentro de los márgenes de seguridad, de modo que ninguno de ellos se extralimite destructivamente en perjuicio de los demás o de una satisfactoria sensatez en su ejercicio, como sucede con el patriotismo cuando degenera en nacionalismo o con el amor romántico que, en su nombre reclama acciones que transgreden la moralidad, como si el amor romántico todo lo justificara. A la luz de todo esto: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas.” (Deuteronomio 6:5), es un mandamiento más que razonable, necesario y conveniente.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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