La oración no es en la Biblia sinónimo de petición, sino que incluye la gratitud, la adoración y la alabanza a Dios y, en general, todo diálogo sincero que emprendamos con Dios como interlocutor. Pero la petición forma parte importante de la oración, como se deduce de las reiteradas invitaciones que Dios nos hace en ella para acercarnos a Él para formularle nuestras peticiones. Sin embargo, la oración de petición tiene ciertas condiciones para ser respondida favorablemente, entre las cuales se halla el no pedir de manera egoísta, pues: “… no tienen, porque no piden. Y cuando piden, no reciben porque piden con malas intenciones, para satisfacer sus propias pasiones” (Santiago 4:2-3). En la otra cara de la moneda, el apóstol Juan nos asegura que: “Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido” (1 Juan 5:14-15). Podemos, pues, tener la certeza de que Dios nos oye, cuando nuestras peticiones se ajustan a Su voluntad. Pero para ello se requiere un esfuerzo consciente y constante en el estudio reverente de Su Palabra en la Biblia, pues es en ella donde Dios nos revela Su voluntad mediante los principios, mandamientos y preceptos contenidos en ella para guiar nuestra conducta en el día a día. Así, cuando conocemos Su voluntad con suficiencia y acudimos a Él en oración para formularle nuestras peticiones en conformidad con ella, podemos estar seguros de que obtendremos una respuesta favorable a nuestras peticiones.
Pidiendo conforme a Su voluntad
“La petición es el medio por el que acudimos a Dios para que supla lo que nos falta, pero en sus términos, no en los nuestros”
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