El amor a nuestra patria terrenal, con todo y sus problemáticas y sinsabores, es un deber para el cristiano, que a pesar de convertirse en virtud de la fe en un peregrino y extranjero en este mundo, cuya patria verdadera no se encuentra ya acá, pues como lo dice el apóstol, “nosotros somos ciudadanos del cielo” (Filipenses 3:20); no por ello desprecia o menosprecia su patria terrenal sino que le profesa un amor que lo obliga a orar por ella y a desear para ella las mejores cosas, trabajando decididamente en esa dirección, como lo ilustra bien Nehemías en su momento: “Éstas son las palabras de Nehemías hijo de Jacalías… Al escuchar esto, me senté a llorar; hice duelo por algunos días, ayuné y oré al Dios del cielo… y le respondí: ─¡Que viva Su Majestad para siempre! ¿Cómo no he de estar triste, si la ciudad donde están los sepulcros de mis padres se halla en ruinas, con sus puertas consumidas por el fuego? ─¿Qué quieres que haga? ─replicó el rey. Encomendándome al Dios del cielo, le respondí: ─Si a Su Majestad le parece bien, y si este siervo suyo es digno de su favor, le ruego que me envíe a Judá para reedificar la ciudad donde están los sepulcros de mis padres” (Nehemías 1:1-4; 2:3-5). Todo esto, claro está, en su justo lugar y proporción, pues el sano patriotismo salido de curso puede degenerar en censurable nacionalismo cuando nuestro legítimo y necesario amor por la patria se coloca por encima de todo lo demás, incluso de Dios mismo, convirtiéndose así en un ídolo que todo lo justifica, como le sucedió a la Alemania nazi con el nacionalsocialismo de Adolfo Hitler.
Patriotismo y nacionalismo
20 febrero, 2021
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“El cristiano debe ser un buen patriota pero no un nacionalista, pues el nacionalismo es hacer de nuestra patria un ídolo”
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Sobre el autor
Arturo Rojas
Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.
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