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Ocultándonos de un Dios ineludible

“Dios es omnisciente y omnipresente y no podemos eludirlo, sino decidir si lo será para nuestro perjuicio o nuestro beneficio”

Podemos huir de Dios, pero no podemos escondernos, pues Él está en todas partes y lo sabe todo, por lo que huir de Él es en últimas un ejercicio estéril e ilusorio, pues ya sea para bien o para mal, nunca podremos eludirlo de manera definitiva, ya que: “»Los ojos de Dios ven los caminos del hombre; él vigila cada uno de sus pasos” (Job 34:21). Con mayor razón si Él decide poner su vista sobre nosotros de manera especial. Aquí podría aplicarse muy bien aquella advertencia dirigida por las madres de antes a sus hijos cuando huían de ellas para evitar algún merecido acto disciplinario de su parte en forma de castigo corporal: “no corra, que es peor”. Porque cuando Dios coloca sus ojos sobre nosotros lo hace en principio para bien, incluso cuando ésta atención se traduce en dolorosos actos de merecida retribución por lo que hemos hecho mal, pues sólo así tomamos conciencia de nuestras faltas y pecados reconociéndolos de tal modo que nos guíen a la conversión, la fe, el arrepentimiento y el perdón en Cristo. De resistirnos de forma indefinida a ello, nuestra condición puede tornarse cada vez más crítica, difícil y lamentable, pues una vez que Dios coloca sus ojos de manera especial sobre nosotros, no desistirá de su empeño hasta que nos rindamos voluntariamente a Él, al ver hasta dónde puede llegar a conducirnos nuestra obstinación en contra de Él. Sin pasar por alto que algunos de quienes huyen sin cesar de Dios corren el riesgo de llegar a endurecerse tanto contra Él que pasan el punto de no retorno, haciendo que su atención sobre ellos ya no sea para bien, sino para mal.

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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