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Dar la razón al interlocutor

“Darle la razón a nuestro oponente cuando la tiene es un acto de humildad que facilita la comunicación y el entendimiento con él”

En su controversia con los no creyentes y a la hora de darles a conocer el evangelio de una manera atrayente y convincente, los creyentes deberíamos recordar que siempre es recomendable buscar puntos de acuerdo que sirvan de puente para emprender un diálogo fructífero con ellos con miras a su eventual salvación. En este propósito y antes de abordar y refutar las perspectivas equivocadas de nuestros interlocutores es conveniente hacerles todas las concesiones que podamos –sin que esto implique ceder en nuestras convicciones− en el convencimiento de que a veces es mejor perder la discusión para ganar a nuestro prójimo que ganar la discusión para perderlo. Esta fue la estrategia del apóstol Pablo al informarnos que: “Entre los judíos me volví judío, a fin de ganarlos a ellos. Entre los que viven bajo la ley me volví como los que están sometidos a ella (aunque yo mismo no vivo bajo la ley), a fin de ganar a estos. Entre los que no tienen la ley me volví como los que están sin ley (aunque no estoy libre de la ley de Dios, sino comprometido con la ley de Cristo), a fin de ganar a los que están sin ley. Entre los débiles me hice débil, a fin de ganar a los débiles. Me hice todo para todos, a fin de salvar a algunos por todos los medios posibles” (1 Corintios 9:20-22). Por eso, antes que nada el cristiano debe otorgarle a su contraparte la oportunidad que Eliú le otorgó a Job en su momento para alcanzar ciertos acuerdos básicos que faciliten un entendimiento satisfactorio entre las partes: “Si tienes algo que decir, respóndeme; habla, que quisiera darte la razón” (Job 33:32)

Arturo Rojas

Cristiano por la gracia de Dios, ministro del evangelio por convicción y apologista por vocación. Hice estudios en el Instituto Bíblico Integral de Casa Sobre la Roca y me licencié en teología por la Facultad de Estudios Teológicos y Pastorales de la Iglesia Anglicana y de Logos Christian College. Cursé enseguida una maestría en Divinidades y estudios teológicos en Laud Hall Seminary y, posteriormente, fui honrado con un doctorado honorario por Logos Christian College.

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