Una de las confusiones muy arraigadas en la cultura es la atribución sistemática del cabello largo al Señor Jesucristo, contrario a la usanza de su época para los varones en la cultura judía y la grecorromana. Una imagen que el arte ha asumido sin reservas y contribuido a divulgar al punto que hoy no podemos imaginar al Señor Jesucristo con cabello corto. La confusión surge de la semejanza entre los términos “nazareo” y “nazareno”, que no son lo mismo. Los nazareos eran personas consagradas a Dios con el voto de “nazareato” descrito en Números 6 que incluía el hecho de abstenerse de bebidas alcohólicas, de no contaminarse ritualmente teniendo contacto con un muerto y no cortarse el cabello durante todo el tiempo que durara el voto. Los nazareos más conocidos son el profeta Samuel, a quien su madre Ana consagró como nazareo de por vida: “Entonces hizo esta promesa: «Señor de los Ejércitos, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya, y si en vez de olvidarme te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida y nunca se le cortará el cabello»” (1 Samuel 1:11), junto con Sansón y Juan Bautista, también nazareos de por vida. Jesucristo no fue nunca consagrado como nazareo, sino que Él sería conocido como “nazareno” en vista de su asociación con el pueblo de Nazaret en el que se crió, como nos lo informa Mateo en su evangelio: “y fue a vivir en un pueblo llamado Nazaret. Con esto se cumplió lo dicho por los profetas: «Lo llamarán Nazareno»” (Mateo 2:23), aclarando así el muy popular malentendido al respecto
Nunca se le cortará el cabello
“El cabello largo atribuido a Cristo en el arte occidental era característico de los nazareos y no propiamente de Cristo en su condición de nazareno”
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